
Registro 6
Después de un largo día, gracias al paisaje podemos ver cómo el cielo sigue siendo azul, pero empieza a apagarse con suavidad. No es un final brusco, es una despedida tranquila. La luz se va difuminando poco a poco, como si el día supiera que ha cumplido sus objetivos y pudiera irse a descansar durante unas horas.
Sopla una ligera brisa y los pájaros vuelan libres dibujando formas en un cielo que aún guarda restos de la luz del día. Da la sensación de que no tienen prisa. Como si supiesen que aún queda claridad y también que mañana volverá a salir el Sol. Porque eso es lo que este paisaje transmite, que nada se termina del todo y que cada cierre es también un nuevo comienzo.
Como explica Llorca (2017), los paisajes hablan no solo por lo que vemos, sino por lo que sentimos en ellos. Y este habla de una vida que fluye sin prisas. Nos recuerda que cada día acaba, sí, pero también que otro está por empezar. Y en ese ciclo constante está la esperanza más bonita y pura: la de que siempre habrá un nuevo cielo que mirar y una nueva oportunidad de vivir.
Recursos bibliográficos
Llorca, J. (2017). Paisaje sonoro y territorio. El caso del barrio San Nicolás en Cali, Colombia. Revista, 32(89), 9–59.
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